2.10.09

Mi hijo no puede parar

Mi hijo no puede parar

"Los chicos nacen con la agenda bajo el brazo y no tienen un minuto libre para ser chicos. Y esto tiene que ver con autoexigencias de los padres, por la culpa en la creciente ausencia en las funciones paternas. Creen que la ausencia se puede reemplazar si uno deja al chico en muchas manos supuestamente expertas, como el profesor de inglés o el de tenis o el terapeuta."
Sergio Sinay. La sociedad de los hijos huérfanos

Un reflejo de nuestra época
Realidad estresante
Nuestros hijos nos muestran en cada una de sus actitudes la época que nos toca vivir. Por un lado evidencian en sus conductas hiperexitadas los fuertes estímulos visuales y auditivos que recibimos por los múltiples medios de comunicación con los que convivimos.
Hoy en día ellos experimentan una sobreexitación por el exceso de estímulos provenientes de los medios de comunicación como la TV, video, computadora, etc. que superan su capacidad de comprenderlos por medio de sus experiencias y de vivenciarlos a través de su cuerpo.
En las calles, tanto en las ciudades como en los pueblos, las posiblidades de desarrollarse están muy reducidas.
Los niños no pueden lograr el dominio del medio ambiente con su juego.
El tráfico ha aumentado y se ha complicado a tal grado que los niños ya no pueden afrontarlo.
Por nuestras preocupaciones generamos lugares artificiales para su esparcimiento.
Por otro lado, está la contaminación del agua, aire, tierra y substancias alimenticias que hacen más daño a los niños de lo que se ha sospechado durante muchos años.

Todos estos factores se juntan llevándolos a un tremendo estrés que se manifiesta en síntomas de
falta de adaptabilidad
dispersión
excitación
desconexión
trastornos físicos de toda índole

No hay duda que los niños de esta generación están sometidos a más presiones que nosotros mismos en nuestra propia infancia. Nuestros niños experimentan el estrés de:
La contaminación ambiental
El incremento de divorcios
La crisis económica
La inseguridad
El nuevo casamiento de sus padres
El exitismo
Los medios hermanos
La promiscuidad
Las drogas
La violencia
El bombardeo sensorial
La amenaza nuclear

La lista podría extenderse y ser muy larga.

Cada vez la inestabilidad social y familiar es más alta. Por eso cada vez más los niños se sienten inseguros entre la gente de su confianza.
...Podríamos decir que gran parte de los problemas de aprendizaje, falta de atención e hiperactividad son simples reacciones infantiles al mundo estresante que vivimos.

El acelere en que vivimos desvincula mucho, y muchos papás no cubren ni el mínimo necesario. Los niños manifiestan fuertes reacciones de angustia y tristeza.
Recordemos los signos de alerta. Los padres pueden sospechar que un niño tiene estrés excesivo si éste ha tenido que experimentar una situación potencialmente estresante y comienza a mostrar síntomas físicos como los siguientes:
Dolor de cabeza.
Molestia estomacal.
Problemas para dormir.
Pesadillas.
Mojar la cama, por primera vez o de manera recurrente.
Disminución del apetito.
Cambios en los hábitos alimentarios.

También es posible detectar estrés si ocurren algunos de los siguientes síntomas emocionales o de conducta:
Ansiedad.
Preocupaciones.
Incapacidad de relajarse.
Irritabilidad.
Miedos nuevos o recurrentes.
Aferrarse al adulto, incapaz de perderlo de vista.
Incapacidad para controlar sus emociones.
Comportamiento agresivo.
Comprotamiento terco.
Regresión a comportamientos típicos de etapas anteriores del desarrollo.

¿Cuántas veces por semana compartimos la mesa en familia sin el televisor encendido?
¿Qué tiempo diario le dedicamos a tareas recreativas?
¿Cuando llego a mi casa me conecto con mi familia o sigo pensando en mi trabajo?

No es difícil coincidir en que vivimos una realidad estresante, pero es impactante tomar conciencia que los niños también están estresados y que su aceleración no hace sino entrar en conrtocircuito con la nuestra, ya que todos somos protagonistas de una misma realidad. ¿Estamos preparados para asumir nuestros errores y buscar nuevos recursos para encontrar respuestas a sus necesidades?

Fuente: Tu hijo como espejo. Detrás de cada conducta hay un mensaje para tí.
Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud
Editorial Kier

10.7.09

Taller de capacitación en Yoga y meditación para niños

Ha llegado el momento de entregarles algo diferente a nuestros niños.

Talleres de capacitación en Yoga y meditación para niños

Formato: 2 Módulos en Talleres de Fin de semana.

módulo 1.  "Desarrollo personal para niños"

El taller para instructores de Desarrollo personal para niños los entrenará para enseñar a los niños una forma de estar más felices, sanos y más concientes de su espiritualidad.

Puede realizarlo cualquier persona en contacto con niños: docentes de diferentes áreas, padres, madres, abuelos, tíos.

Será brindado por Magdalena Bernales Aguirre, Chile.


más info www.yogaparacrecer.com.ar

8.4.09

Yoga en familia

El yoga en familia es una actividad lúdica que integra el aprendizaje, a través de la experiencia, de las técnicas milenarias que ofrece el yoga.Compartir una sesión de yoga con niños y disfrutar de ella requiere que sepamos y aceptemos que todos aprendemos por imitación, que los niños mantienen la capacidad de captar e integrar experiencias e información aun estando en movimiento y que la idea de que la relajación implica inmovilidad es algo aprendido y no necesariamente real.Todos aprendemos por imitación. Boris Cyrulnik, nos cuenta en su libro “De cuerpo y alma” un experimento realizado con chimpancés: midiendo las respuestas cerebrales de un grupo de chimpancés al realizar determinados movimientos se dieron cuenta que estas eran las mismas en otro grupo de chimpancés que estaba simplemente observando.Esto nos corrobora el aprendizaje por imitación. Los adultos somos los responsables de escoger los ambientes en los que se desarrollan los más pequeños, por qué el ambiente está influyendo en que se concreten unas conexiones neuronales y no otras, el entorno está determinando lo que el niño aprende. Decidir si pasamos nuestro tiempo libre en un centro comercial o paseando en un entorno natural, en medio de un grupo de gente crispada o dentro de un entorno relajado, es importante, tendrá efectos distintos en el niño ¡y en el adulto!Los niños mantienen la capacidad de captar e integrar experiencias e información aun estando en movimiento.Los años de “educación” que hemos recibido nos han creado ciertos hábitos que ahora entendemos como algo inherente al ser humano. Hemos olvidado que éramos distintos antes de integrar todas las experiencias que hemos vivido. Observar a los más pequeños nos ayuda a recordar lo que fuimos, reconociendo ciertas aptitudes realmente valiosas: capacidad de disfrutar, espontaneidad, libertad en la expresión y la creación,... Todo ello hace que el niño sea absolutamente capaz de realizar un aprendizaje estando en pleno movimiento. Es más, necesita involucrar todo su cuerpo en el aprendizaje para que este sea efectivo y real. El niño no se percibe como un conjunto de piezas: cabeza, manos, pensamientos,... sino que tiene una percepción global de si mismo y por tanto no comprende que para escuchar sea necesario mantenerse quieto. Por ejemplo: el niño no está convencido de que escucha solo con las orejas... por qué percibe la vibración a través de su piel y la siente distinta según lo cerca o lejos que esté, dependiendo de su postura... No es de extrañar que frente a una voz, intente obtener el máximo de experiencias que esta junto con su cuerpo le ofrece.La idea de que la relajación implica inmovilidad es algo aprendido y no necesariamente real. En el cuerpo todo es movimiento: el latir del corazón, la respiración, movimientos intestinales, los fluidos que nos recorren, ... . Lo mismo ocurre en el área del pensamiento, una idea sucede a otra continuamente.Si forzamos al cuerpo a mantenerse en inmovilidad en contra de sus necesidades es muy probable que experimentemos infinidad de sensaciones muy distantes a la relajación. Es cierto que la inmovilidad física (músculo-esquelética) nos ayuda a serenar la mente manteniéndonos atentos a su actividad, pero es necesario recordar que esta inmovilidad se aprende con años de práctica y que, una vez integrada, es muy probable que ya no sea necesaria para mantener la serenidad para la que fue desarrollada.Es muy distinto un niño ansioso que un niño en movimiento. Por tanto, el hecho de que un niño esté inmóvil no es sinónimo de que esté relajado y a la inversa. Lo que sí suele ocurrir es que frente a un niño en movimiento el adulto se pone nervioso... pero ese es un tema que incumbe al adulto no al niño.Relajarse en el movimiento es una de las maravillosas cosas que los niños pueden ayudarnos a recordar.