17.10.12

El Yoga enseña a tener conciencia



"El yoga enseña a tener conciencia"

Micheline Flak

Hace cuarenta años Micheline Flak introducía el yoga en sus clases curriculares de inglés en una escuela francesa.
Tuvo tan buenos resultados que se incluyó esta disciplina en la formación de profesores de la Universidad de la Sorbonne. Con el tiempo se formó RYE (Recherche sur le Yoga Dans le Education), un grupo de formación y difusión de yoga en la educación que existe desde hace años en Uruguay. A tal punto ha ido ganando fuerza este grupo, que las profesoras uruguayas están formando gente en Venezuela y Argentina junto con Flak quien este año ha venido por séptima vez al país.
Mientras que el gobierno francés aprueba oficialmente que se enseñe yoga en las escuelas —en Italia y Brasil ya es oficial—, diversos colegios de muchos países europeos se acoplan a esta tendencia.
Micheline Flak explica las bondades de estas técnicas al ser aplicadas por los niños y sus mamás y cuenta el origen de su atracción al yoga, a través de su tesis doctoral en Literatura Americana.

¿Cómo se vinculó al yoga y cómo llegó a introducir la técnica en sus clases?
Yo hice mi tesis del doctorado sobre Henry David Thoreau, un escritor norteamericano, que se hizo muy famoso luego de su muerte. Thoreau vivió en la mitad del siglo XIX, en su casa había una gran biblioteca pues allí había vivido un hombre muy famoso, Emerson. Y en esa biblioteca había libros de Oriente como el Baghavad-Guitá (texto sagrado hinduista) que había sido traducido apenas unas décadas antes. Thoreau descubrió allí el Oriente y eso lo ayudó a tener una nueva percepción de la civilización occidental que de alguna forma se estaba formando. Nueva York era un pequeño pueblo entonces pero se estaba volviendo grande. A través de los libros se dio cuenta de una espiritualidad que estaba emergiendo y a la cual la gente no estaba prestando atención. Estaban hipnotizados por el dinero, la industria, las posesiones. En esa época existía la esclavitud, en el sur existían esas grandes plantaciones con esclavos. Thoreau escribió un libro, Walden, que lleva el nombre del lago donde él se retiró. Él estaba en contra de la esclavitud y como protesta decidió que no pagaría a los impuestos y entonces lo mandaron a prisión. Y mientras estuvo en prisión escribió Civil Disobedience, un texto muy famoso que influyó a Gandhi y a Martin Luther King. A través de Gandhi se creó un gran movimiento que fue el que se usó para obtener la independencia de Gran Bretaña. Eso fue el tema de mi tesis. Leí a David Thoreau y el libro en el que cuenta su experiencia viviendo en el bosque y su famoso texto Civil Disobedience.

¿Así se fue acercando el mundo espiritual?
Allí hablaba sobre el yoga, sobre meditación. Y yo me pregunté: “¿qué es eso?”. Leí los libros que él leyó y descubrí que era mi camino. Empecé a practicar yoga moderno en París. Me daba cuenta que me sentía mejor, que me hacía bien y me sentía una mejor maestra porque tenía más atención en la clase. Entonces se me ocurrió que también los niños se podían beneficiar con esto, tal vez si les enseñaba relajación. Pero no sabía cómo hacerlo en el ámbito de la clase. Porque en yoga uno tiene espacio, las colchonetas, está el incienso prendido. Pero eso en una clase está prohibido. Lo adapté a la situación y practicamos yoga cada cual sentado en su silla.

¿Cuándo empezó tenía el permiso de las autoridades de la escuela?
Yo lo hice y vi que a los niños les gustó porque pedían más. Ellos le dijeron a sus padres, a ellos les pareció bien. Y entonces fui a hablar con el director y le conté lo que había hecho. Le pregunté si podía continuar. No pedí permiso para empezar, sí para continuar. Luego empecé a tener dudas porque yo no sabía mucho de yoga para niños. Entonces fui a India por primera vez y le pregunté a los maestros si estaba bien introducir yoga en las escuelas. Me dijeron que sí. Luego volví y fui a ver un gurú tibetano en Francia —hay muchísimos gurús tibetanos en Francia, en grandes monasterios, porque fueron obligados a dejar Tibet— y me dijo que estaba bien. Yo sentía que estaba haciendo lo correcto y ellos, que representan la sabiduría, me dicen que está bien, entonces no tuve miedo de nada y lo difundí. Incluso estuvo mi maestro, Swami Satyananda, en la escuela para hablar con todos. Vino con la cabeza rapada, con sus atuendos.

En ese momento tal vez no tuvieron problemas, pero hoy la situación sería bien distinta con la polémica que hay en cuanto a lo que se puede usar en las escuelas.
Exactamente. En ese momento, en los setenta, el yoga era algo nuevo en Occidente. La gente estaba sorprendida, pensaba que era algo adaptado a lo que se venía, que ayudaría a la gente a creer en algo más allá del dinero, reviviría la espiritualidad. Sentían que el yoga era inocente. Se escribieron muchos artículos en la prensa, me acuerdo uno publicado en Le monde, de dos páginas, que se titulaba “Inglés a través del yoga”. Todo el mundo quería aprender yoga y todo el mundo quería aprender inglés así que los dos juntos era algo muy moderno, muy de moda. El yoga se desarrolló en las clases porque muchos profesores empezaron a practicar yoga y se dieron cuenta de lo que les aportaba. 

Hoy día se practica en muchas escuelas de Francia.
No sólo de Francia, sino también de Italia, Bélgica, en Europa en su totalidad. Está reconocida oficialmente en Brasil y en Italia. Uno no puede pretender que toda la escuela use yoga. Depende de los profesores, no se puede obligar. Algunos no quieren saber de nada. Entonces no se puede imponer. En nuestra civilización se respeta la libertad y cada profesor puede elegir el método que crea mejor. Entonces el yoga debe mantenerse opcional. 

Mucha gente no puede entender como un país como la India, con una cultura tan especial, con ciudades tan caóticas y un estilo de vida materialista en muchos aspectos, cómo puede ser el lugar que atesora la tradición del yoga.
Es verdad. El yoga no es practicado por todos los indios. Su origen es indio, aunque también hay un yoga tibetano y uno egipcio, pero siempre ha sido practicado por una elite. Es una especie de ideal. A veces cuando viajo en tren veo jóvenes hombres de negocios que nos ven a nosotros, occidentales, y nos preguntan a dónde vamos. Cuando les decimos que vamos a un Ashram, se muestran sorprendidos. Ellos piensan que todos los occidentales son ricos y quieren hacer más dinero. Eso es lo que ellos quieren. Los jóvenes indios son muy buenos en computación, tienen sus masters, tienen muy buenos ingenieros. Y no pueden entender que la gente vaya a India a aprender yoga. Pierden el interés en nosotros y vuelven a sus asientos. Todos conocen la palabra, tienen alguna tía o abuela que practica pero ellos no están interesados. Lo que es cierto es que el ideal de yoga es muy fuerte en este país, siguen siendo las personas más religiosas del mundo.

El tercer ojo que se pintan muchas mujeres entre las cejas, ¿está vinculado a un ritual religioso?
No tiene nada que ver con espiritualidad. Es sólo para estar más lindas. Pero por supuesto que tiene un origen espiritual. Nosotros tenemos dos ojos para mirar para afuera pero tenemos un tercer ojo, para mirar las cosas por dentro. Es el ojo de la intuición, la intuición de la verdad, no las apariencias sino lo auténtico. En yoga se busca desarrollar el tercer ojo. Pero si bien el yoga se transmite principalmente por indios no quiere decir que todos los indios lo promuevan. Ellos prefieren hablar de Bangalore, la ciudad de las computadoras.

Hace cuarenta años que ha introducido el yoga en las clases. En todo este tiempo los niños han cambiado. Están más revoltosos o tal vez el sistema ha dejado de ser adecuado a cómo son ellos. En Uruguay hay un sobrediagnóstico de niños con problemas
El yoga puede ayudar, especialmente si la madre practica yoga. Eso hace que esté menos ansiosa y con eso ayuda a su hijo. Pero mucha gente entiende que la Ritalina es más sencilla de aplicar y ¿qué podemos hacer nosotros? Los yogis no somos reformadores. Damos algún consejo, practicamos, vamos cambiando nuestra percepción, influimos a algunas personas, al sistema de alguna forma, pero nuestra meta no es pelear por cambiar las cosas. Creemos en la influencia lenta, no creemos en revoluciones. Dejemos que las cosas evolucionen y la gente se dé cuenta de la verdad. La influencia real se da de forma sutil, no es a través de decretos o leyes. Por supuesto nos gustaría que el yoga se reconociera oficialmente para tener más oportunidades de mostrar sus efectos en los niños. 

En la conferencia que dio en el Liceo Francés se refirió a los efectos del yoga en los impulsos violentos de las personas.
El yoga enseña a tener conciencia. Crea vínculos entre el movimiento, la respiración y la atención. Uno desarrolla una cierta capacidad para prestar atención. Cuando se desarrolla esto uno se vuelve conciente de sus propios pensamientos. Hoy día vemos que los niños están tan enganchados con todas las pantallas y la tecnología que pierden la capacidad de pensar por sí mismos, de observar. La televisión muestra escenas horribles, de asesinatos por ejemplo. Entre el impulso de hacer algo como matar, debe existir un tiempo para repensar lo que se va a hacer. Las personas que son como animales atacan sin pensar. Ese tiempo entre el impulso y la acción es en lo que enfatiza el yoga. Y eso es fundamentalmente humano, es lo contrario a la barbarie.

Fotos: Susette Kok / Entrevista: Malena Rodríguez Guglielmone

15.10.12

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